Hacia años que aquella mirada le torturaba. Los había soñado mil veces y dibujado millones. ¿De quién eran? ¿Por qué le atormentaban? ¿Por qué le hacían sentir nauseas y todo se teñía de locura?
Los veía en su mente una y otra vez; azules, intensos, con una expresión que no sabía clasificar…
Por eso cuando los vio al fin en realidad no pudo evitar la frustración; ¡Eran esos! Pero la expresión… no; la expresión estaba mal.
Se abalanzó contra ella, maldiciéndola por tener aquella mirada, golpeándola, abriendo su cuerpo en dos tratando de ver su alma.
Y en el preciso instante en el que la vida se escapaba de su cuerpo, su mirada cambió.
- - ¡Ahora sí! No estoy loco ¡Existen, existen!
Miró el cuerpo desvencijado de aquella mujer y como en sus sueños, las nauseas y la locura lo envolvieron todo.
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